Desde hace más de cien años, y hasta hace bien poco, el lugar donde hoy se ubica el resturante de Galo (ahora cerrado por jubilación) fue una posada, de aquellas en las que mientras el campesino recobraba energías en torno a la chimenea serrana (que era el único sitio caliente), sus animales descansaban en las cuadras. Con el tiempo, aquellas espaciosas cuadras fueron reconvertidas en el precioso comedor del restaurante.
Por esta casa han pasado
Blas de Otero (en la foto de la izquierda) y
Federico García Lorca, entre otros ilustres. De hecho, García Lorca lo describe en un libro de viajes.